Pedir perdón te mejora la salud

pedir perdón

El perdón es una de las mayores formas de generosidad que existen. Perdonar es una parte, casi inevitable, de todas las relaciones que mantenemos. Concederlo y pedirlo es una libertad, una opción que le confiere un valor enorme, ya que suele suponer un esfuerzo mayor que sus alternativas: no pedirlo o no concederlo.

Hay personas que no perdonan porque piensan que de este modo no liberan de culpa a la otra persona, pero la realidad es que la persona que más sufre es aquella que no sabe perdonar. No hacerlo implica que el dolor se quede en su interior, convirtiéndose en una especie de puñal afilado y descontrolado capaz de causar un daño enorme de manera impredecible.

No saber perdonar te ata a la ira y al resentimiento, por lo que es muy probable que termines nutriendo con ellos a tus pensamientos. Perdonar a alguien que te ha herido no es fácil, así que es necesario saber cómo hacerlo para poder liberarte de esas heridas del pasado y dejar atrás cualquier carga emocional que pueda lastrarte.

Formas equivocadas de percibir el perdón

Hay personas que tienen una forma errónea de entender el perdón, creen que es una forma de competición que señala, premiando a un ganador y castigando a un perdedor. Así, una forma equivocada de percibir el perdón es aquella que tenga que ver con las siguientes creencias:

 

  • Liberar a la otra persona de sus actos
  • Ceder
  • Poner la otra mejilla
  • Fingir que no ha pasado nada
  • Admitir que tu enfado no es justificado
  • Obligarte a llevarte bien con alguien que sentís que te puede hacer daño de nuevo

 

Entendé el perdón como una libertad que sana

El perdón tiene que ver con uno mismo, con sentirse bien y con impedir que el castigo vaya más allá de la reflexión y el aprendizaje. Realmente el perdón está caracterizado por:

 

  • Liberar rencores o resentimientos
  • Curar heridas, desdibujar cicatrices
  • Ser una elección para pasar a un estado mental mejor
  • Ayudarte a centrar tu atención en los aspectos positivos
  • Darte una gran oportunidad: hacer borrón y cuenta nueva
  • Liberarte: es tu elección, no olvides que tenés el poder sobre tus sentimientos

 

Permití que el tiempo haga su trabajo

Cuando algo duele, recordá que no podés actuar sobre el pasado y que, por el contrario, son el presente y el futuro los que te van a dar la oportunidad de intervenir: paliando, remediando y restableciendo.

Dejá que tu energía positiva salga al exterior sin necesidad de lucha, sin necesidad de librar un duro enfrentamiento. Permití que tu atención se centre en estar mejor, impidiendo que el daño enmascare el agradecimiento por el resto de cosas positivas con las que contás.

Perdonar y ser perdonado es igual de liberador

Perdonar es un gran acto de bondad hacia uno mismo y hacia los demás, que te ayudará a avanzar y a darte cuenta de que no hay nada peor que estar mal con uno mismo. Además, la persona que recibe el perdón puede aprender una gran lección, relacionada con la humildad y los valores humanos, que también transformará su perspectiva.

El dolor que causa un daño muchas veces es inevitable. Sin embargo, no le concedas el poder de instalarse en tu vida porque después no se querrá marchar. La única persona que puede controlar tus sentimientos sos vos. Si estás en la constante de revivir el dolor de lo sucedido, estarás dando el poder a la persona que te traicionó.

No te aferrés a los sentimientos negativos para poder avanzar

No te aferrés a los sentimientos negativos o la ira te seguirá paralizando. La ira sólo es una señal externa del dolor, del miedo, de la culpa o de la frustración que sentís en el momento de la traición. Mientras que el dolor nunca desaparecerá por completo, el perdón podrá ayudar a que te liberes de la ira y puedas estar mejor.

Aunque no hay una forma única de perdonar, para algunas personas simplemente ocurre y sin embargo otras deben esforzarse y trabajar más para conseguirlo, darlo o integrarlo. Por ejemplo, pueden decirse cosas como: “Voy a dejar que esto pase y no voy a invertir mi odio, mi ira o mi resentimiento en esta persona”.

Recordá que las cosas no se pueden cambiar, pero tenés el poder de decidir la forma de responder ante los hechos. Para ello tenés que hablar con vos mismo y escribir qué te dice tu diálogo interno. Si es todo negativo, hacé el esfuerzo de buscar formas positivas de pensar.

Finalmente, recordá que la perfección no existe. Que el error, por mucho que le intentemos dar la espalda, existe inevitablemente. Lo que sí es modificable es lo que hagamos con él y cómo potenciemos nuestra capacidad para que el daño y el dolor que pueda causar desparezcan lo antes posible de nuestras vidas.

 

 

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