Este tipo de programas de adiestramiento en cárceles (conocidos como “Dog Prison Program”) tienen su origen en Estados Unidos y fueron creados e ideados por la hermana Pauline Quinn.
Este programa se expandió a distintos establecimientos penitenciarios del mundo y en el año 2010, se instauró en el Servicio Penitenciario Federal de Argentina al cual se le dio el nombre de “Huellas de Esperanza”. Te contamos de qué se trata y cómo funciona.
El programa y su propósito
El programa Huellas de Esperanza que se lleva a cabo en cárceles argentinas le brinda a un grupo de internos capacitación en entrenamiento canino, la cual es dictada por veterinarios, entrenadores diplomados, psicólogos, trabajadores sociales y médicos clínicos. Los internos conviven y tienen a su cargo a los animales durante el período de entrenamiento. Al concluir el proceso, los perros son entregados gratuitamente a personas con discapacidad previamente seleccionadas por los profesionales pertinentes.
La formación de los cachorros se inicia a partir de los 45 días de vida. En una primera instancia los perros aprenden buenos modales y obediencia básica. Luego la enseñanza abarca habilidades más complejas. Todo el proceso implica que tanto internos y canes aprenden en paralelo, dando lo mejor de sí.
El adiestramiento total lleva entre seis meses y dos años de trabajo, según se los prepare para ser de compañía o de asistencia, lo cual dimensiona la labor llevada adelante entre los internos y los adiestradores/docentes del programa.
Resultados y beneficios del programa
Los beneficios de este programa de adiestramientos son triples, tanto para los animales, como para las familias que necesitan asistencia de ellos y para los reclusos también.
Los perros de servicio asisten y dan autonomía a personas con discapacidad motriz: abriendo o cerrando puertas y cajones, trayendo objetos, prendiendo o apagando luces, entre otras funciones. A los perros de compañía se les brinda una educación básica para que puedan integrarse a cualquier familia.
“Huellas de Esperanza”, a su vez, busca la capacitación de los internos en un oficio en el que puedan emplearse una vez que recuperan su libertad. Desarrollan rutinas de trabajo que requieren responsabilidad y compromiso, como así también promueve una mayor concientización respecto de las necesidades ajenas y la discapacidad. Fomentando la interacción social y el trabajo en equipo, esto aporta a la reducción de la violencia dentro de las cárceles y una convivencia mas armónica entre los internos.
El Programa “Huellas de Esperanza” permite que las personas que lo necesiten y quieran ser incorporadas a la nómina de posibles beneficiarios de un perro de servicio de forma temporal y gratuita puedan comunicarse contactándose vía mail.
Fuentes consultadas: Panorama Directo / Refugios Fa/ Servicio Penitenciario Federal