La higiene menstrual es un aspecto fundamental de la salud que, sin embargo, ha sido históricamente rodeado de tabúes y desinformación. En el marco del Día Mundial de la Higiene Menstrual, celebrado cada 28 de mayo, es esencial abordar este tema con claridad y sin prejuicios.
¿Qué implica una buena higiene menstrual?
Una adecuada higiene menstrual no se limita al uso de productos específicos; implica también cuidar la salud íntima, prevenir infecciones y vivir el ciclo de forma más cómoda. Acá van algunas claves:
- Higiene íntima suave y sin excesos: lavar la zona externa (nunca la interna) con agua tibia y, si se usa jabón, que sea neutro o específico para higiene íntima.
- Cambiar el producto con la frecuencia adecuada: ya sea toallita, tampón, copa o ropa interior absorbente, no dejarlo más tiempo del recomendado (generalmente entre 4 y 8 horas) para evitar humedad excesiva e infecciones.
- Usar lencería de algodón y ropa cómoda: el algodón permite una mejor ventilación y reduce el riesgo de irritaciones o infecciones por humedad acumulada.
- Descartar los productos de forma correcta: no tirar tampones ni toallitas en el inodoro. Envolverlos y desecharlos en el tacho, siempre que sea posible con tapa.
- Hidratación y alimentación: mantenerse hidratada y comer bien ayuda a reducir molestias del ciclo y favorece el bienestar general durante los días de sangrado.
Opciones disponibles
Actualmente, existen diversas opciones para la gestión de la higiene y del sangrado menstrual:
- Toallas y tampones desechables: fáciles de usar y ampliamente disponibles.
- Copas menstruales: reutilizables y ecológicas, pueden durar varios años con el cuidado adecuado.
- Ropa interior absorbente: una alternativa cómoda y reutilizable.
- Toallas y protectores de tela: lavables y reutilizables, ofrecen una opción sostenible.
La elección del producto depende de factores personales como comodidad, estilo de vida y acceso a recursos.
Desmitificando creencias
A lo largo del tiempo, han surgido numerosos mitos en torno a la menstruación, como la idea de que es perjudicial bañarse durante el periodo o que las mujeres menstruantes deben evitar ciertas actividades.
Estos “supuestos” carecen de fundamento científico y pueden generar sentimientos de vergüenza o aislamiento. Es fundamental promover una comprensión basada en información precisa y libre de estigmas.
Por eso, la educación menstrual en particular y sexual en general son claves para empoderar a las personas y fomentar una relación saludable con sus cuerpos. Además, garantizar el acceso a productos de higiene menstrual seguros y de calidad, es un paso esencial hacia la equidad en el acceso a la salud pública.
Fuentes consultadas: UNICEF, Wikipedia y Planned Parenthood