En Misiones, Silvia Moreno creó el Hospital de Juguetes donde recibe, recupera y recicla y, así, sana corazones.
En alguna fábrica de un continente lejano se crean todos los días miles de muñecos de Superman, que luego reciben niños alrededor de todo el mundo. El pequeño superhéroe plástico se vuelve protagonista de tardes de juego durante unas semanas y, luego, al mejor estilo ToyStory, queda olvidado en un estante o en el fondo de un cajón. Así, tarde o temprano, incontables Superman, Batman y Hombres Araña enfrentan un futuro sombrío, con el tacho de basura como último destino. Silvia Moreno se encarga de reunir a los diversos superhéroes, junto con todo tipo de juguetes abandonados, y les regala una vida nueva.
El Hospital de Juguetes se creó en julio de 2015, en Misiones, luego de que Silvia perdiera a su hija Mora. Cuando la joven enfermó, ambas comenzaron a comprar juguetes para donarlos. “Después de que ella se fue, como una forma de sobrevivir a la tristeza, me puse a arreglar chiches y se me ocurrió que sus amigas, que son mamás y cuyos chicos van creciendo, me los podían donar. Y así empezamos,” comentó Silvia a Telenoche en 2016. El medio de comunicación le dio voz a la historia de Silvia, que hizo eco en todo el país. Hasta la fecha, el Hospital de Juguetes ya curó a casi 10.000 juguetes, y los repartió en Misiones, Formosa, Chaco e, incluso, en Paraguay.
Silvia, quien nació y se crió en Capital Federal, siempre fue una persona ordenada. Pero, de un día para el otro, el piso de arriba de su casa en Posadas se convirtió en la sala de operaciones de cientos y cientos de juguetes. El orden cedió ante la explosión de solidaridad y amor, y qué mejor estallido que aquel que combina una causa solidaria con la cura del alma.
¿Cómo funciona el Hospital de Juguetes?
Con voluntarios y a pulmón. La cantidad de juguetes que recibimos es inmensa. Uno de nuestros principales problemas es el voluntariado de trabajo, que es muy escaso. Falta compromiso. La gente que más se involucra es mayor, más o menos de mi edad (65 años). En cambio, el voluntariado de gente joven es mucho más acotado. En general, tienen hijos chicos o trabajan y es mucho más difícil participar en forma sostenida. Sería bueno un compromiso habitual. Así, podríamos crear una cadena para distribuir más.
¿De dónde llega la mayor parte de las donaciones?
De la región y de Buenos Aires, sobre todo. En general, la gran masa de donaciones proviene de padres, madres y de alguna institución que organiza un evento para juntar juguetes usados, por ejemplo, los Payamédicos. Ellos realizan exhibiciones en el hospital local, recolectan juguetes y me los entregan para que los recicle.
¿Recibís juguetes en cualquier estado?
Sí, y me llega de todo. Lo de Buenos Aires es fantástico, ya que proviene de chicos que viven en departamentos con un nivel económico y un tipo de juguetes muy diferentes a lo que estamos acostumbrados a ver en Misiones. Misiones es una provincia mucho más pobre. Los juguetes llegan bastante destruidos y hacemos lo mejor que podemos con lo que recibimos. Al mismo tiempo, los juguetes reciclados van dirigidos a chicos que no tienen nada y que, en varios casos, no han recibido un juguete en su vida. Yo me río porque esos chicos quizás reciben un Batman con la cabeza del Hombre Araña y la capa de Superman, y no les importa mucho porque no saben quién es Batman. Así que, al final, las alteraciones del juguete no tienen relevancia.
¿Dónde repartís los juguetes?
En escuelas, barrios carenciados que organizan una chocolatada o un evento para festejar los cumpleaños del mes, cooperativas, comedores, merenderos, iglesias de todo credo y en clubes de barrio.
¿Cuál es el principal destino de los juguetes hoy?
Me ilusiona mucho trabajar con escuelas de frontera. Ediliciamente, son un desastre. No tienen luz eléctrica, ni agua, ni instalaciones sanitarias. Trato de apuntar más a eso. El año pasado (2017), para el Día del Niño, trabajamos con todas las localidades que pudimos de la costa del Río Uruguay y la costa del Río Paraná. Hemos llegado a estar también en el medio de la selva. Hay zonas que tienen carencias de todo tipo, hasta escolares, por supuesto.
¿Qué crees que simboliza jugar?
Creo que jugar es rescatar al niño. Hay chicos que empiezan a trabajar en la chacra a los 4 o 5 años porque no tienen alternativa. Mi intención es darles un respiro, la posibilidad el jugar un ratito. No pretendo cambiar el mundo, sino aliviar un poco. Hago lo que puedo. Y estoy re contenta porque jamás hubiera pensado que esto iba a tener la difusión y el tamaño que ha tomado. La mención en Telenoche amplificó el proyecto de una forma extraordinaria. Hay una nueva conciencia de reciclaje y de ayudar al prójimo. De ver las deficiencias y no taparlas.
¿Cómo te imaginás el futuro del Hospital?
Mi gran fantasía no es hacer un gran hospital. De hecho, ojalá no existiera, porque si existe significa que hace falta. Mi gran fantasía es que se pueda replicar muchas veces, en cada provincia, en cada lugar, tener muchos hospitales para reciclar todo lo que se pueda y para que muchos más chicos tengan muchos más juguetes.
¿Cuáles son tus principales desafíos?
No solo dar a conocer al Hospital, sino fomentar la conciencia solidaria, especialmente en los chicos. Ellos tienen la capacidad de aprender todo. En cambio, cuando las personas ya son grandes, eso es mucho más difícil. La última posibilidad para instaurar ese espíritu solidario se da en la escuela o en la iglesia. Yo creo que la conciencia es tan importante como el juguete, aunque hasta ahora mi función es solamente conseguir que los juguetes mejoren. Creo que son fundamentales las charlas en las escuelas, que se eduque de alguna forma en el reciclado y la donación, y que se comunique correctamente cómo donar. La gente en las zonas donde yo me manejo no sabe casi nada sobre estos procesos.
¿Repartís juguetes para chicos de todas las edades?
Sí, incluso para chicos de hasta 12 o 14 años. Con los más grandes tratamos de concentrarnos en lo más lúdico, en lo que está más relacionado con el aprendizaje.
¿Qué rol tuvieron los juguetes en tu infancia?
Mi infancia se dio en un ambiente de clase media en el cual las chicas teníamos alrededor de 4 o 5 muñecas, no más. No porque no se pudieran comprar, sino porque se le daba mucho más valor a los juguetes. Yo recibí varias muñecas de mi madre. Hoy en día los juguetes de importación tienen un gran alcance en todo el mundo y eso lleva a que pierdan su valor. Pero hay una gran diferencia con los chicos a los cuales les reparto los juguetes. Trato de armar bolsas con 5 o 7 juguetes, porque suelen tener muchos hermanos y la idea es que tengan juguetes suficientes para repartir en la casa. Estos chicos valoran muchísimo. Muchos nunca llegaron a tener un juguete.
¿Qué significa un juguete para vos?
Alegría. Cuando uno ve las caras de felicidad de los chicos, te genera una enorme alegría. Además, es muy lindo trabajar con juguetes, porque son alegres y brindan la posibilidad de mejorar, de cambiar, de inventar. Es un trabajo que despierta la imaginación. Es lindísimo ver la cara de los chicos cuando reciben eso que uno arregló con tanto esfuerzo.
Un juguete descartado por un niño puede ser la mayor alegría de otro; así lo ve Silvia Moreno. Para ella, significa ayudar y sanar, con todo lo que eso implica.
¿Tenés juguetes para donar?
Las puertas del Hospital de Juguetes están abiertas durante todo el año. Si bien Silvia se organiza para repartir sobre todo durante fechas especiales –Navidad, Reyes, Día del Niño-, también recibe nuevos pacientes todos los meses. Además, ante el pedido puntual de una escuela o de un comedor, no duda en realizar envíos con dedicación y mucho amor.
Para contactarte con el Hospital:
Tel.: +54 9 376 467 5750
Facebook: Hospital de los Juguetes Misiones