Cómo ser un padre justo al impartir disciplina

un padre justo

Importante: todas las sugerencias que te presentamos en este blog son a modo referencial. SIEMPRE TE SUGERIMOS RECIBIR CONSEJO PROFESIONAL.

Recompensa a tus hijos de la manera adecuada. Impartir disciplina no se trata completamente de castigar a tus hijos cuando cometan un error. También se trata de premiarlos cuando hagan algo bueno para que se sientan alentados y quieran repetir esa conducta. Ya sea que tu hijo haya obtenido calificaciones perfectas, haya ayudado a un hermano menor con una tarea difícil o sea lo suficientemente maduro como para alejarse de una pelea, debés hacerle saber lo orgulloso que estás de él, llevalo a su restaurante favorito o simplemente hacé lo que puedas para expresarle lo mucho que aprecias su buen comportamiento.

  • Si tus hijos son más jóvenes, recompensarlos con afecto puede ayudarlos mucho a ver lo orgulloso que estás.
  • Si bien darle a tus hijos una sorpresa o un juguete nuevo cuando se comportan bien normalmente puede reforzar una conducta buena, no debés permitir que estos sean los únicos incentivos que ellos reciban por eso. Deben sentirse motivados porque les enseñaste a separar lo correcto de lo incorrecto.
  • No premies a tus hijos por algo que esperás de ellos, como hacer los quehaceres de la casa o limpiar su habitación. Si lo hacés, pensarán que te hacen un favor.

Castiga a tus hijos de la manera apropiada. Para disciplinar con justicia, tendrás que castigar a tus hijos cuando hayan cometido un error. Esto no significa ser cruel física o psicológicamente, sólo significa hacerles saber cuándo han hecho algo incorrecto y demostrar que hay consecuencias por sus acciones. Cuando tu hijo tenga la edad suficiente para razonar, debe saber cuándo ha cometido un error.

  • Asegurate de que tanto vos como tu pareja estén de acuerdo con el castigo de sus hijos. Esto te ayudará a evitar el modo “buen policía, mal policía”.

Sé consistente. Ser consistente es simplemente tan importante como tener un sistema de castigos y recompensas. Si tu hijo se comporta mal, las consecuencias deben ser siempre las mismas, incluso si es inadecuado, estás cansado o te encontrás en un lugar público. Y si tu hijo hace algo bueno, no te olvides de hacerlo sentir especial, sin importar lo cansado o estresado que estés.

Si no te comportás de forma consistente, tus hijos sabrán que tu estado de ánimo puede afectar tus reacciones.

No grites. Aunque te sientas enfurecido a causa de la conducta de tus hijos, gritar no es la solución. Si debés gritar, intenta hacerlo cuando estás solo, en la ducha o en una almohada. Pero no les grites a tus hijos, sin importar los deseos que tengas de hacerlo. Podés levantar la voz un poco para hacerles saber que cometieron un error, pero si gritas, te tendrán miedo y no querrán comunicarse.

Aunque pueda ser difícil, no debés permitir que tus hijos te vean perder el control.

No seas violento. Sin importar lo enfadado que estés, evitá golpear, lastimar o sujetar fuertemente a tus hijos. Hacerlo los dañará física y emocionalmente, y querrán evitarte a toda costa. Si tus hijos piensan que podrías volverte violento, se callarán y no querrán estar cerca tuyo. Debés evitar comportarte violentamente cerca de tus hijos si tu objetivo es ganarte su respeto.

Sé temido y amado. Es importante que tus hijos sepan que sos alguien capaz de impartir disciplina de manera estricta y que no pueden engañarte, pero es igualmente importante que quieran tu amor y afecto, y que pasen un increíble momento contigo. Para ser un buen padre, debés mantener un equilibrio entre aplicar lecciones duras y hacer que tus hijos se sientan amados y apreciados.

Si te preocupás demasiado por que tus hijos te teman, entonces podrían no sentirse lo suficientemente cómodos como para ser sinceros contigo.

Si te preocupás demasiado porque tus hijos te amen, entonces podrían verte como alguien débil que no hará cumplir las reglas.

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